Mi gracia es la valoración y el diagnóstico.

Mi vocación la salud.

Mi pasión la enseñanza.

Por eso ayudo a las personas a construir estilos de vida acorde a sus sueños.

En 1991 abrí un hospital rural donde no había atención médica de segundo nivel, con especialidades.

Era un poblado de 5000 habitantes, alejado de las ciudades más de 100 km.

El poblado donde viví mi niñez.

Mis primeros estudios, preescolares y escolares, allí los hice.

Mi compromiso con esta población se debió a todo lo que me dió durante mis primeros 11 años.

15 años atrás había hecho mi servicio social de médico en ese lugar.

Aquí la gente, cuando tenía una situación de salud urgente o grave, se moría en el camino por falta de atención.

Otro cirujano y yo atendíamos las urgencias las 24 horas.

Y cuando era necesario llamábamos a médicos de especialidades de las ciudades para las operaciones.

Formamos personal para el gabinete de rayos x, laboratorio, quirófano y electrocardiografía.

En este hospital rural vi que la mayoría de personas que atendíamos sufrían diabetes.

Durante una década los estuvimos atendiendo a muchos de ellos, todos campesinos, de manera permanente, a través de un seguro médico privado accesible que les aseguraba la atención médica y hospitalaria en caso necesario.

Aplicábamos los manejos y tratamientos más actualizados para la época.

Usamos una computadora para hacer 15 de los principales análisis clínicos.

Allí me di cuenta que, pese al control mensual estricto de la glucemia, las personas con diabetes igual caían en las complicaciones como ceguera, insuficiencia renal, ataques cardíacos y trastornos de la circulación en pies y piernas hasta llegar a la amputación.

Decepcionado de los resultados con la atención médica establecida, me puse a investigar qué se hacía en el mundo para atender a las personas con diabetes.

Encontré que en varios países surgieron centros de atención para personas con diabetes, en que se retiraban medicinas e insulina, y aplicaban una alimentación baja en carbohidratos, alta en grasas saludables y moderada en proteínas.

El resultado de estos ensayos fue que el 30% de las personas con diabetes controlaban su azúcar en 30 días sin medicinas y sin insulina.

De mi parte con mucho miedo por lo aprendido en la escuela y en el hospital, pues cuesta romper nuestras creencias, principalmente cuando están basadas en lo que se supone es ciencia.

Experimenté mi primer paciente con diabetes tipo 2, apoyado en otras experiencias de dietas cetogénica como las presentadas por el doctor Joseph mercola y el Doctor Gabriel cousens.

Todo esto lo hice presencial y lo apliqué con sus variantes a cientos de personas con diabetes, armando 18 planes de alimentación diferentes, de acuerdo a la valoración exacta de cada caso.

Basado en esto, desde hace una década empecé a usar la alimentación para corregir la diabetes tipo 2, obteniendo resultados favorables que se mantienen hasta la fecha.

Igual lo hice para mejorar la calidad de vida en la diabetes tipo 1, con aplicaciones mínimas de insulina o sin insulina.

Como había que probar que el procedimiento funcionara y a pedido de un abogado con diabetes tipo 1, abrí un restaurante para enfermos, participación de dos chefs y yo dando conferencias a las personas con problema.

4 años experimentamos la producción de alimentos logrando sustituir muchos alimentos inconvenientes.

La epidemia de covid paralizó nuestra actividad, pero continuamos produciendo alimentos sanos para enfermos, que distribuimos a las personas que nos lo piden en todo el país, a través de una tienda digital.